El trabajo en el S. XXI
En la Antigüedad clásica el trabajo era un servicio material simple y de poca consideración. Recién en la llegada de la modernidad se convierte en una necesidad, un deber moral, el verdadero propósito de la existencia. Es la modernidad, de hecho, la que elabora una ética del trabajo, el principio de la dignidad humana, incluso reconocida por la Constitución como un valor universal en la fundación del Estado. La ética del sacrificio y la subordinación eran necesarias para el desarrollo de la industrialización.
En un contraste entre el trabajo en la sociedad preindustrial e industrial con el de la sociedad postindustrial, donde la "certeza" del trabajo e incluso su función de identidad, en cierto modo reemplazada por el consumismo, se pierde. Las consecuencias son obvias: el aumento de la productividad y la disminución del empleo, automatización de la fabricación, la desmaterialización de la obra, sobre todo el sector de servicios, superando el ocio con el tiempo de trabajo, el subempleo (aunque los jóvenes poseen de una preparación en promedio más alta que en el pasado) y, finalmente, la crisis económica. A esto se suman los problemas creados por la aplicación de políticas económicas neoliberales, que favorecen la competitividad entre los individuos, la disminución del bienestar y una creciente desigualdad económica.
En 2009, el impacto en la economía real de una crisis financiera comenzó a desencadenar sus efectos inducidos en el mercado laboral mundial. La economía de los Estados Unidos, que había sido llamada máquina de trabajo, hoy los destruye a razón de medio millón al mes; en la Unión Europea (UE), en el espacio de algunos meses, se produce un retroceso en el aumento de la tasa de empleo y la caída en la tasa de desempleo, laboriosamente acumulada en el transcurso de una década.
La inmensidad del tema "Trabajo" y las incertidumbres del momento son tales que incluso los más expertos en la materia no saben como abordarlo. El tema trasciende el reduccionismo económico: sobre todo si la categoría de referencia debe seguir siendo la del trabajo más que la del empleo, o más generalmente de la participación individual en el intercambio en el mercado laboral. Trabajo, entendido como una aplicación general de las capacidades intelectuales del hombre y manuales para fines útiles, precede a la génesis histórica y formas fenoménicas de la economía de mercado (y estaría diseñado para sobrevivir a estos, en las proyecciones utópicas de una superación del capitalismo).
La última década estuvo marcada por una fuerte demanda de mayores condiciones igualitarias que por supuesto, tienen como eje central los derechos de todos los seres humanos sin importar sus diferencias, y el empleo, así como el salario justo, es determinante para conseguir estos derechos necesarios.
En este sentido, asociaciones como el Centro especial de empleo han hecho su aporte a la sociedad insertando a aquellos que históricamente fueron rezagados del sistema laboral y hoy pueden integrarse en la comunidad aportando con su trabajo y esfuerzo.
Qinera
ResponderEliminarEn el s. XXI no debería de existir barreras ni físicas ni mentales. Eso nos debería favorecer como sociedad en el momento de interacturar en nuestro trabajo o en nuestra vida social. Por eso se debe hacer todo lo posible para mejorar en ello pues no se ha llegado aún a ese punto.